La humanidad está enfrentando un reto sin precedentes, el COVID-2019. Al afectar a casi todos los países y continentes, la pandemia sigue causando muertes. Su «efecto secundario», sumamente negativo, será la inminente crisis económica mundial.
Creo que sólo podremos vencer este virus si permanecemos unidos. A este respecto, quisiera expresar mi consternación por el hecho de que no fue posible llegar a un consenso en la Asamblea General de la ONU acerca de la iniciativa presentada por la Federación de Rusia para adoptar la Declaración sobre la solidaridad en la lucha contra la pandemia del coronavirus.
La Declaración debía confirmar que la comunidad internacional se comprometía a respetar el principio de la Carta de la ONU sobre cooperación internacional. Este documento hacía hincapié en la necesidad de prestar asistencia a los países afectados y proclamaba el rechazo de las guerras comerciales y las sanciones unilaterales que habían sido impuestas sin el consentimiento del Consejo de Seguridad de la ONU. Dichas medidas tenían como objetivo facilitar el acceso inmediato de la población a alimentos y medicamentos.
Sin embargo, la iniciativa fue bloqueada por los Estados Unidos, la Unión Europea, Gran Bretaña y también por Ucrania y Georgia, que se unieron a este grupo únicamente por razones políticas, a pesar del llamamiento del Secretario General de la ONU, António Guterres, a los países del G20 para que levantaran las restricciones.
Los países occidentales que se definen como estados democráticos impusieron varios tipos de sanciones sobre casi un tercio de la población mundial y no tienen ninguna intención de remitirlas, ni siquiera en la situación de la lucha contra el coronavirus. Este proceder inhumano dificulta el acceso a la atención médica de calidad para la población de países tales como Irán y Venezuela; tampoco contribuye a la recuperación eficaz de las economías nacionales, entre ellas las de los países europeos.
Como Presidente de la Fundación Rusa para la Paz y Presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Duma Estatal, quisiera dirigirme a todos los políticos razonables de la Unión Europea, los Estados Unidos y Gran Bretaña, así como las principales organizaciones internacionales, interparlamentarias y públicas para que rechacen la política destructiva de imponer sanciones.
Teniendo presente la amenaza epidémica global, ya va siendo hora de dejar de pensar dentro del paradigma de contención, que hoy pone a la gente común al borde de la supervivencia.
Por su parte, la Fundación Rusa para para la Paz seguirá prestando asistencia a los países afectados por la pandemia de COVID-2019 por todos los medios.