Se supone que estamos en el siglo XXI. Muchas situaciones que estamos viviendo fueron predichas por expertos en los años setentas. Me encontré un libro que le compré a un tianguista en Balderas, su título es precisamente “El siglo XXI” y me llamó mucho la atención saber lo que algunos de los grandes cerebros de ese entonces vaticinaban de esta centuria, en la que ya casi llevamos una quinta parte de años vividos.
El libro presenta en su introducción una entrevista con Herman Khan, un conocido estratega y analista en seguridad estadounidense. Fue fundador del Instituto Hudson y era considerado como uno de los futurólogos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Sólo voy a dejarles ver la respuesta que da a la pregunta de ¿cuál sería el precio que tendremos que pagar por el progreso en el siglo XXI?
Esto es lo que dijo:
“Carencia de intimidad, incremento privado o gubernamental del poder; pérdida de la escala humana; excesiva aceleración de los cambios; lo que hará difícil la adaptación a los mismos. En el área de la tecnología pueden producirse catástrofes nucleares, exceso de población, exceso de turismo, exceso de contaminación… Será un mundo de excesos. Asimismo, se generalizará el “lavado y control” de cerebros. Lo sexual estará determinado de antemano, aumentará el consumo de drogas y aparecerá el uso del estimulante electrónico“.
Me llamó mucho la atención el último término que Khan aplicó para designar algo que podría identificarse con los “dispositivos electrónicos”, cuyo constante uso parece significar para él una especie de “placebo” por aquello de “estimulante”; una “droga” que se lleva a todas partes y dónde la atención está prácticamente puesta en su pantalla. ¿Estaremos viendo el nacimiento de los gadgets, sólo que aún no existía una palabra exacta para referirla como la conocemos ahora?
En boca de los expertos de los setentas
De cualquier manera, quisiera sólo resumirles las cosas que anticipaban grandes académicos como Hermann Muller, precursor de la inseminación artificial y el embarazo intrauterino. El condicionamiento automático del niño en su cuna cercada y aislada (B. F. Skinner). En comunicación, un constante bombardeo de mensajes sin sentido manipulará la mente tribal (Marshall Mc Luhan). Operaciones agrícolas a gran escala, automatizadas y bajo control remoto, producirán alimentos (Rand).
Computadoras centralizadas, con la ayuda de robots, se encargarán de todas las operaciones domésticas, desde el planeamiento del menú y las compras hasta las labores caseras (Glenn Seaborg). Factorías cibernetizadas producirán una gran abundancia de bienes. (Norbert Wiener)
Algunas de las más disparatadas son automóviles particulares que operarán bajo control central automático (aquí Dadridge Cole se refiere específicamente a las marcas MIT y Ford) por superautopistas a ciudades subterráneas o, alternativamente, a colonias-asteroides en el espacio. Computadoras centralizadas tomarán toda clase de decisiones de tipo político y social. Un suministro suficiente de drogas proporcionarán a todo ser humano el sentido de estar vivo (Timothy Leary).
Con ayuda del trasplante de órganos prologaremos con éxito esta “seudovida” un siglo o hasta dos (Christian Barnard). Y él mismo concluye que, finalmente, “los beneficiarios morirán sin darse cuenta, ni por un sólo minuto, de haber estado vivos”.
Las predicciones futuristas
Para terminar, les comento los aspectos innovadores que se preveían en la séptima década del siglo veinte: Minería del océano y del espacio (para el año 2000 y el 2030, respectivamente, según Arthur C. Clarke). El hombre logrará la inmortalidad para el año 2100 (también según Clarke).
También se visualizaban las superautopistas automatizadas, ingeniería planetaria, modificación del sistema solar, sistemas antigravedad, viajes interespaciales, colonias planetarias y, por si fuera poco, lograremos el contacto directo con seres extraterrestres.
Recuérdenlo, todo eso se predecía, hace casi cincuenta años, cuando muchos de nosotros éramos niños.