En 2008, China barrió a las potencias deportivas durante su olimpiada, quedándose con el primer lugar del medallero. Los juegos olímpicos, a realizarse en el verano de este 2020, representan para Beijing una prueba de fuego de su superioridad sobre un ancestral enemigo en su propia tierra: Japón. Esta oportunidad para el deporte chino seguramente pasará a segundo plano, tras las urgencias creadas por el brote de coronavirus, que ya suman más de 800 muertos y casi 35 mil infectados.
Tan sólo veamos algo que le pasó a las integrantes del equipo de fútbol femenino chino (en la portada). Apenas habían llegado a su hotel en Bribane, Australia desde Wuhan, lugar conocido como la zona cero del virus, cuando fueron puestas en cuarentena, prohibiéndoseles usar el gimnasio. Quedaron completamente aisladas en el piso donde se alojaban y sometidas a un fuerte escrutinio médico.
A menos de seis meses de la olimpiada en Tokio, que hubiera significado quitarse la espina que les clavaron los nipones en la Segunda Guerra Mundial y durante sus abusos cometidos en su expansión imperial, las escuadras de gimnasia, baloncesto y rugby, entrenan a un menos de un cincuenta por ciento de su capacidad. En el caso de los rugbistas chinos, estos se encuentran en Tauranga, Nueva Zelanda desde el 27 de enero, sus autoridades les ordenaron quedarse ahí para evitar que los puedan descalificar por temor a que los consideren posibles portadores de coronavirus.
De hecho, la escuadra asiática tiene que participar en un torneo previo a las olimpiadas en Sudáfrica a realizarse en marzo. Según informes de sus entrenadores, los dueños del hotel donde se albergan, se han mostrado nerviosos y podrían exigirles que abandonen el lugar en cualquier momento.
El virus, además de paralizar su flamante economía y de desquiciar la vida diaria de sus ciudadanos, también está torpedeando los esfuerzos de la segunda máquina deportiva más grande del mundo, perdiéndose la posibilidad de revertir la deshonrosa derrota que le propinó Gran Bretaña al dejarlo en tercer lugar en el ranking de medallas en Brasil 2016.
En Tailandia, la escuadra china de Badmington, que se jugaba su clasificación en una de las especialidad que más medallas le ha dado a Beijing, fueron sometidos a cuarentena y poco después deportados a su país. Bangkok simplemente no quiso jugarse ningún riesgo y procedió a expulsarlos.
Situaciones muy similares afectan a otros equipos como el de tiro con arco, a cuyos miembros mantienen practicando en medio de fuertes medidas sanitarias y completamente aislados en sus instalaciones en Sichuan. Los tiradores olímpicos de rifle también fueron separados en instalaciones fuertemente monitoreadas no sólo por sus entrenadores, sino por médicos.
En ambos casos, las fuertes imposiciones ante la alerta sanitaria les ha causado un severo estrés posttraumático a tal grado que ha sido necesario asignarles sicólogos para ayudarles a lidiar con los efectos.
El equipo femenil de baloncesto, que tendría lugar en la ciudad de Foshan, al sur de China, ahora tendrán que hacerlo en Belgrado, por temor a posibles contagios. Ptras especialidades como boxeo, fútbol, lucha libre, tenis, hockey, bádminton, buceo, equitación, golf y biatlón, mantienen a sus seleccionados en entrenamiento bajo fuerte aislamiento médico.
Pese a que se vislumbra una situación difícil para los olimpistas chinos, expertos en deportes saben que el entrenamiento de alta intensidad enseña también a lidiar con situaciones no sólo sanitarias o médicas, sino culturales y hasta políticas.
Es una dura prueba para China, pero será algo que podremos corroborar en su momento. Sólo para que lo sepan: la alerta sanitaria decretada por la Organización Mundial de la Salud podría retrasar unas semanas o incluso un año, la realización de los Juegos Olímpicos en Tokio. Esto significaría pérdidas millonarias para organizadores, medios de comunicación, académicos visitantes, espectadores y patrocinadores.