Coronavirus, el ángel negro

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Con más de 37 mil muertos y más de 787 mil casos en el mundo, hasta el 31 de marzo, según los duros datos de la Johns Hopkins University es innegable pensar en otra cosa que en el ya famoso virus Covid 19. Es claro que el resultado del avance del coronavirus por el globo, mismo que ha hecho precipitar a la humanidad en una pandemia de alcances universales que aún no vislumbra el final del túnel, es aquello que nos ocupa y preocupa como especie.

Es natural que los esfuerzos nacionales son combatir el virus y aplanar las curvas de contagios, ello en el entendido que estamos frente a una epidemia sin control ni parangón comparativamente hablando, no sólo es importante la defensa de un bien público esencial (léase la salud de la población) sino con la estela que esta porta; una gigante crisis económica que no será fácil de superar y que afectará tanto al centro como la periferia, usando palabras de los años 70. Se trata de una situación muy compleja sobre todo para las regiones emergentes del mundo, como América Latina y el Caribe, África y regiones de Asia cuyo desarrollo se estancará notablemente.

La prestigiosa universidad americana señala que el mayor número de casos se registra en Estados Unidos con 787.631 contagios, le sigue Italia con 101.739 y España con 87.956. al 31 de marzo, son solo la punta del iceberg. El balance más duro de la pandemia es el de Italia, con 11.591 decesos. Mientras que, en América Latina, con base en datos de la Organización Panamericana de la Salud hasta el 31 de marzo, estos han superado los 37.000 casos de contagio. Al momento de escribir este articulo, se llegó a los 40.000.

Según la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Alicia Bárcena, el coronavirus, “impactará en una economía mundial ya debilitada, afectando tanto a la oferta como a la demanda, ya sea a través de la interrupción de las cadenas de producción o por la pérdida de ingresos y de rentabilidad debido al aumento del desempleo y a las mayores dificultades en materia de producción, exportaciones y más complejo aun respecto para satisfacer las obligaciones del pago de la deuda”.

Es claro que ningún país podrá combatir esta pandemia sin la cooperación global y regional. Al final del día, lo que realmente necesitamos considerar es qué pasará con el multilateralismo. Debe haber más integración. ¿Definitivamente debemos movernos hacia una mayor coordinación y la prioridad de las políticas debe ser cómo abordar la actual crisis social y de salud?

En los próximos días y semanas, el coronavirus golpeará con fuerza a América Latina. Los datos y las curvas indican que la pandemia crecerá a ritmos similares a los ya vistos antes en Asia y en Europa. Pero, al contrario que en los países industrializados, nuestro continente afronta la crisis en peores condiciones de partida: con un gasto en sanidad sustancialmente inferior, con menos camas y médicos por persona que en aquellos y sin la capacidad que tiene China para movilizar recursos e imponer medidas drásticas de aislamiento a sus ciudadanos.

Ahora bien, algunos científicos han manifestado que América Latina y África fueron las regiones a las que más tarde llegó el coronavirus, que se originó en China y de ahí se extendió por Asia y más tarde a Europa y Estados Unidos, las zonas más afectadas y calientes por el brote en este momento.

La distancia geográfica de América Latina respecto a Asia y Europa, de las que la separan sendos océanos, dicen algunos entendidos nos permitió ganar tiempo, el asunto es que el tiempo sin medidas y sin recursos no es un aliado precisamente, al cierre de esta nota estamos alcanzando un millón de contagios y un número terrorífico de decesos.

Ecuador, después de Brasil, es el segundo país más afectado de América Latina por la pandemia del coronavirus. Según cifras oficiales, en el país andino han aumentado de manera desmedida los casos de contagio, los cuales ya van por las 2.748 personas. El número de muertos también se ha elevado a 93.

Hace tiempo que la crisis mundial generada por el Covid-19 ha dejado de ser un problema de salud pública para ser una crisis integral, con repercusiones económicas, sociales y políticas a las que se añaden el desasosiego y la desesperación por el elevado número de víctimas mortales concentradas en tan poco tiempo y cuyos alcances son preocupantes, así como dolorosos.

La caída de los precios de las materias primas como el petróleo, el cobre o el sector agropecuario, está generando fuertes descensos de ingresos en países que ya tenían problemas presupuestarios como Ecuador, Argentina y Venezuela. A Chile le afecta un descenso en la cotización del cobre y la escalada sigue su declive en cada nación, que ve amenazados sus presupuestos, sus sueños y esperanzas. Mantener las actividades estratégicas y la economía es un balance muy complejo de sobrellevar.

En suma, según un informe de 2018 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en América Latina y el Caribe hay una tasa de informalidad del 53%; lo que significa que cerca de 140 millones de trabajadores están en estas condiciones. Todo esto, aunado a las políticas públicas muchas veces ineficientes, falta de oportunidades, crisis políticas y populismos, factores que se volverán detonantes de estallidos sociales y tiempos de pobreza postcrisis. El Covid 19 es no solo un virus, es una dura lección de humanidad. La situación económica será por tanto la crisis más compleja con posterioridad al tema sanitario.

*El autor es presidente de la Fundación Global Africa Latina y director de la Universidad Unilogos.
Foto portada: AFP