En los últimos años, Marruecos ha encontrado en América Latina la oportunidad de desarrollar una importante labor diplomática, en muchos casos conceptualmente y bajo la dinámica de socios preferentes en varios aspectos multidisciplinarios. No sólo la situación geopolítica del país alauí es un factor clave en su comportamiento en la política exterior sino en la apertura de la monarquía hacia el mundo occidental, es decir, en las visitas del Rey Mohammed VI a Cuba, la apertura de un Centro Cultural y la Mezquita en la ciudad de Coquimbo, Chile.
De esto ya hace unos años y han sido dos signos importantes en la política exterior marroquí que hacen de este país norteafricano un elemento primordial en el acercamiento de dos mundos. Recientemente, ha sido calificada de exitosa y muy positiva la visita del Canciller de Marruecos por nuestra región, Nasser Bourita, quien contempló reuniones al más alto nivel en países como Surinam, República Dominicana, Brasil, Chile y El Salvador, donde fue recibido por el presidente Nayib Bukele; un nuevo aliado en Centroamérica.
Durante sus encuentros, el ministro marroquí comunicó la nueva política de su país que, entre otras cosas, persigue acercarse aún más a este continente, diversificar sus alianzas y fortalecer la cooperación Sur/Sur. Esta, ciertamente es y será la estrategia de la política exterior marroquí para con nuestra región.
En esta lógica cabe mencionar que el Reino de Marruecos es miembro de pleno derecho de un buen número de organizaciones internacionales, y además es el país del mundo árabe donde más se estudia y habla español, particularmente en su zona norte y zona sur. El idioma español cuenta con más de 90.000 estudiantes, según la información señalada por el Instituto Cervantes en el año 2015.
Más allá de las lógicas y diferencias entre ambos continentes, la colaboración se está construyendo paso a paso de forma leal y absoluta; traduciéndose en numerosos encuentros bilaterales, así como en el fortalecimiento de la cooperación en temas culturales y políticos. Entre estas también está la tarea pendiente de sintonizar una política de seguridad y actuación frente a amenazas como el narcotráfico y el terrorismo, donde Marruecos cuenta con gran experiencia y, en la cual, ha adoptado una actitud muy inteligente con América Latina: es observador del Parlacen, del Parlamento Andino y ha expresado votos de acercamiento con el Mercosur y otras instancias de la llamada diplomacia parlamentaria, además de que mantiene por su parte una buena relación con la Unión Europea y otros gobiernos occidentales.
Claramente, el llamado Estatuto Avanzado le ha permitido ser el país de cultura musulmana más occidentalizado, disponer de mayores beneficios económicos donde la eliminación de aranceles para sus productos de pesca y fosfatos han permitido mayores ganancias en sus exportaciones.
El desarrollo de los sectores del turismo, el textil, la agricultura o la pesca ayudan a construir nuevas sinergias que beneficiarán su relación comercial con nuestra América. Las verdaderas oportunidades van a plasmarse en este siglo XXI en diferentes campos tales como la seguridad, la tecnología y las nuevas energías renovables; estas últimas muy desarrolladas en el Marruecos de hoy, liderando la sostenibilidad en el continente africano.
El Rey, como jefe del Estado y de las Fuerzas Armadas, es el garante de la libertad de culto y del Islam; símbolo de unidad y de permanencia del Reino. Objetivamente, su Majestad Mohammed VI es el conductor de un Marruecos que mira la modernidad y respeta sus tradiciones. En dicho contexto, América Latina es un actor importante en la dinámica de la política exterior de Marruecos, en la que destaca la relación con Chile, Colombia, México, Guatemala, y recientemente El Salvador.
El Reino de Marruecos comenzó entonces a desarrollar en los últimos años un proceso de aproximación en escala creciente con algunos países latinoamericanos; en la que se ha detectado interesantes fenómenos de cooperación en diversos planos. Este acercamiento representa un caso singular en el marco de las relaciones magrebíes-latinoamericanas.
Este acercamiento hacia Latinoamérica se sustenta en un discurso de tipo culturalista que exalta las afinidades dadas por la herencia histórica y cultural común (el patrimonio cultural andalusí) y que encuentra su reflejo en los vínculos desarrollados desde los años 90 con Brasil hacia el mundo árabe y africano; ambos sostenidos sobre todo a partir de la Cumbre América del Sur con Países Árabes y de África cuyas acciones tuvieron en el Mercosur un
motor propulsor para dinamizar aún más la relación en el plano comercial.
Recientemente, se han hecho esfuerzos en la zona caribe y centroamericana. Recordemos que Marruecos está condicionado por su geografía a una posición central entre cuatro diferentes espacios geográfico-culturales: Europa y el área mediterránea al norte, el Magreb o mundo árabe-islámico hacia el este, el África Negra al sur y el área atlántica con América al oeste. Además, es el único país árabe con un doble frente marítimo: hacia el mar Mediterráneo y hacia el océano Atlántico; ello claramente lo pone como una puerta de entrada al continente africano y lo hace particularmente notable para la promoción de intercambios comerciales.
Actualmente Marruecos con el objeto de insertar a la economía marroquí en el proceso de globalización y favorecer la apertura al comercio y las inversiones, se ha empeñado en buscar nuevos aliados. Marruecos ha buscado negociar y suscribir acuerdos internacionales y regionales a partir de los noventa. lo cual hoy se traduce en apertura y oportunidades, así como en presentar su verdad sobre cuestiones de legitimidad territorial.
La política exterior de Marruecos responde a la continuidad histórica del legado precolonial y postcolonial, sin embargo está en un constante proceso de adaptación. Actualmente, afronta una etapa crucial de este ajuste en un contexto mundial cada vez más globalizado, donde clara y objetivamente la diplomacia marroquí ha puesto su verdad sobre el asunto del Sahara y la cuestión del Frente Polisario, ganando ahora la simpatía y el apoyo de los gobiernos de América Latina en esta importante cuestión territorial; el asunto del Sáhara occidental es la primera prioridad para Marruecos.
Esta cuestión es su razón de ser política, una palanca de su legitimidad socio-política, incluso un pilar de la construcción del Estado-nación. Por tanto, en la concepción estratégica marroquí, la mirada del Sáhara no debería ser objeto de ningún regateo, de manera que la opción de la independencia que buscan los separatistas no se considera en la mesa y así Marruecos lo comunica por nuestra región; ya que provocaría una inestabilidad política duradera con consecuencias nefastas.
En este andar, Marruecos ha encontrado en los parlamentos regionales y nacionales en nuestra América oídos e importantes apoyos y comités de amistad bilaterales, actas de acuerdo y declaraciones de apoyo de gran importancia cuya naturaleza no sólo es la cooperación sino el entender la política legítima de Marruecos en sus territorios donde la cuestión del Sahara es fundamental.
De esta manera, las transformaciones realizadas en post de la apertura externa, también han estado acompañadas por medidas de estímulo y apoyo a la exportación nacional marroquí, así como de su vinculación con el mundo global. Para promover la actividad exportadora, se implementaron programas de asistencia para la modernización y actualización del tejido productivo.
En este estadio la consolidación de su relación con América Latina es no sólo interesante sino halagüeña, tanto en la expresión política ya detallada como también en la comercial y
cultural.