No sé ustedes, pero para mí el cubrebocas ya será un instrumento de uso personal por el resto de la vida. No sólo ayuda a evitar el contagio de Covid-19, sino el polvo, humo y otras micropartículas que pululan por la contaminación: es un filtro vital.
Según un estudio conjunto realizado por la Universidad de Ginebra y la Escuela Politécnica Federal de Zurich, existen altas posibilidades de que el coronavirus SARS-CoV-2 causante del Covid-19 se transmita mediante micropartículas contaminantes presentes en el aire, lo que significa que en los días de alta contaminación hay mayor riesgo de contagios.
Según el grupo de expertos de ambas instituciones académicas, comandados por profesor Mario Rohrer, le intrigaba el porqué este virus, que ha sido uno de los más letales que ha vivido la humanidad en tiempos actuales, tuvo una propagación muy lenta al principio y en cuestión de meses se disparó de manera alarmante.
Rohrer tomó como base de estudio el factor atmosférico en países como Francia e Italia, este último abrumado por el Covid-19 en los primeros meses del 2020, sobre todo a partir de la primavera del presente año.
El experto concluyó que el virus aumentó su transmisión debido a los periodos de alta concentración de micropartículas de diámetro inferior a 2,5 micras, principales causantes de fenómenos como el smog.
Los estudios médicos hasta entonces sólo se habían enfocado en la propagación entre las personas como la principal causa de contagios, pero se subestimó la volatilidad de los contaminantes como agentes para esparcir el virus con mayor impacto que la simple cercanía personal.
«El desfase temporal entre la presencia del virus en Europa y la primera oleada de contagios muestra que algo más que la interacción entre las personas provoca la transmisión del virus”, destacó Rohrer.
Ustedes tal vez recordarán que a mediados de junio una noticia causó impacto entre la población: la presencia de arena del Sahara que se desplazaba en el aire a grandes distancias llegando hasta Europa y América. Pues junto con el polvo y residuos de humo, crearon el caldo de cultivos apropiado para el rebrote en pleno verano.
Los estudios de Rohrer revelaron un aumento de micropartículas ocasionadas por las inversiones térmicas en días de niebla o con nubes de arena sahariana, las cuales favorecieron la transmisión del coronavirus a mitad del año.
Para el grupo de expertos esta variante, que no había sido considerada por el monitoreo médico ni por los factores de morbilidad, es una pista muy importante a la hora de tomar medidas preventivas para evitar nuevos brotes de Covid-119.
Sólo para que lo sepan: la contaminación ambiental ha sido causante de enfermedades cardiovasculares y pulmonares. De hecho, la Organización Mundial de la Salud considera que la polución es el principal factor de riesgo para la salud en las grandes urbes. Rohrer y su grupo de investigadores confirmaron que «una alta concentración de micropartículas contaminantes en el aire causa la inflamación de las vías respiratorias, pulmonares y cardiovasculares, y la coagulación de la sangre, lo que combinado con una infección viral como el Covid-19 puede aumentar los casos graves de esta enfermedad».
Con información de EFE
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