Es un hecho que los occidentales nunca entendieron el trasfondo del Kung fu. La prueba fueron los rituales que los boxers practicaban y que los hacían lucir primitivos y hasta estrafalarios, en el mejor de los casos. Los boxers se agrupaban en algo que ellos mismos conocían como «Sociedad de los puños de justicia y armonía», ni más ni menos que una secta con iniciación basada en el ejercicio y el conocimiento anatómico para un mejor desempeño corporal con miras a lograr una armonía marcial.
Según relatos de misioneros y colonos extranjeros en la China de principios del siglo XX, los boxers vestían con ropa holgada blanca, era la misma que usaban para el trabajo doméstico y las labores agrícolas. Se ceñían con vendas rojas la cintura, los puños y los tobillos. Usaban una especie de turbante rojo, el cual podían convertir en una máscara para cubrir su identidad y hasta se relata que solía ser una arma durante sus misiones silenciosas con las que podían atar o hasta ahorcar a un rival.
No era broma lo que se decía de ellos: que eran rápidos como linces, lo cual era resultado de arduos entrenamientos. Esos campesinos tenían fuerza, agilidad y su destreza llegó a ser considerada por los occidentales más como un teatro o pantomima, que como un estilo de defensa. Los corresponsales de ese entonces hablaban de los boxers de manera pesimista tal y como se referían a cualquier rebelión que surgiera en Asia o Africa: «sólo eran indígenas que se sublevaban a los civilizadores europeos».
«Los jefes de la secta reclutan a sus miembros especialmente entre los adolescentes. Se les enseña desde un principio a recitar de memoria y con ojos cerrados, una serie de fórmulas mágicas y a inclinarse tres veces hacia el sur. Las fórmulas mágicas de los boxers constan de dieciséis o veinte palabras y pueden servir para construir diez frases.
Una vez que los jóvenes han recitado las palabras mágicas, se tumbaban en el suelo y se levantaban de un salto pronunciando los nombres de héroes de antiguas dinastías.Amagan algún movimiento de boxeo, se aproximan y retroceden a paso de danza. Algunos empuñan cañas de bambú, vástagos de zahina o bastones de madera. Los más largos representan espadas y alabardas: los más cortos espadas de doble filo y sables.
La violencia de estas peleas de entrenamiento es extrema pero es de destacar la pericia de los jóvenes. El primer y segundo días, al comenzar sus ejercicios, los boxers se tumban boca arriba y se levantan después de saltar, sin abrir los ojos. Jamás chocan contra un obstáculo. Cuando se les pregunta a estos jóvenes porque se dedican a estas prácticas mágicas y a estos entrenamientos, contestan que les sirven para prepararse a matar y expulsar a los extranjeros».
Estas prácticas venían acompañadas por una mística de la China feudal: aprendían a concentrarse para escuchar la lluvia, el curso del viento e incluso analizar el rumbo de las nubes.
Los boxers no eran sólo un grupo de combatientes, sino una serie de facciones que entrenaban, exhibían y peleaban con características de sus maestros o escuela marcial. Una de esas sectas era el «Loto blanco», cuyos miembros eran eran considerados élite por el grado de entrenamiento y dedicación que habían logrado. Estos además de defensa personal cuerpo a cuerpo, sabía pelear con armas como espadas, lanzas y varas de madera, estas últimas tan letales como los cuchillos. Se decía de ellos que ni siquiera las armas de fuego les podían hacer daño. Claro esto dependía de qué tan rápido se movieran para eludir los ataques occidentales. Ese era el truco.
Algo muy interesante era la participación de la mujer en estas agrupaciones. Habían unidades especiales femeninas entrenadas con gran destreza. Una de ellas eran las «Linternas azules» y las «Linternas rojas» y en muchas ocasiones lucharon al lado de sus compañeros masculinos. Se sabe de una líder llamada Huang Lian-shengmu, considerada como la «Madre sagrada del loto amarillo». Era tanta su influencia que se le atribuían poderes mágicos.
La estrategia de lucha de los boxers es lo que ahora conocemos como Kung fu. Si pudiéramos traducir este concepto, sería algo como la «perfección a través del esfuerzo». De cualquier manera, su esencia no era fácil de comprender, pues los mismos boxers habían aplicado candados a la revelación de sus secretos marciales. Esta situación se hizo por motivos de identidad, pues era parte de la cultura asiática que ellos preservaban. Los occidentales, por su parte, prefirieron usar las técnicas basadas en ataques con armas de fuego y embestidas con bayonetas caladas. Teatreros o pantomimos, los boxers habían logrado hasta ese entonces la única respuesta a la insaciable búsqueda de materias primas y riquezas, confrontando el poder colonial con vigor, agilidad y armas simples frente a la fuerza devastadora de Occidente.
A ciento veinte años de esta hazaña histórica, podemos ver la vuelta de 180 grados que ha dado China en su desarrollo nacional. Alemania desplazó gran parte de su industria a China entre 2004 y 2006. Ellos dicen que si les va mal con el euro en la Unión Europea, se protegen con la seguridad que les ofrece Beijing. Por su parte, Gran Bretaña mantiene un fuerte monitoreo en Hong Kong, al tiempo que Estados Unidos libra una guerra comercial con el gigante asiático. China sigue siendo el epicentro de las disputas internacionales.
No se pierdan nuestra tercera parte en la que referiremos la situación de los colonizadores extranjeros.
Bibliografía y fotos: Las grandes batallas del siglo XX. Editorial Uteha. 160 pp. 1982.
Foto portada: Wikipedia, dominio público. Archivo: Boxer Soldiers.jpg. Subido el: 23 de octubre de 2005.