La Antártida de Amundsen

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Las proezas han formado a los hombres, a las culturas y a las civilizaciones. Una de estas, es la conquista de la Antártida, la cual quedó registrada en la historia bajo la autoría de Roald Amundsen, el 14 de diciembre de 1911.

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Hace 108 años, este notable explorador noruego se lanzó a la tremenda aventura que significó vencer obstáculos geográficos junto con cuatro expedicionarios para llegar al centro del continente helado. Previamente, Amundsen tenía la intención de concretar la conquista del Polo Norte, pero los estadounidenses Frederick Cook y Robert Peary, consiguieron quedarse con la hazaña en 1909.

Raold Amundsen

A veces no siempre es bueno ser honesto, es decir, en lo que a la exploración se refiere. Lo digo porque este vikingo se lanzó a la Antártida sin mencionar nada a su equipo ni a los que financiaron la expedición, pues todos pensaban que el viaje sería al Polo Norte y no al extremo sur (una cosa muy parecida hizo Hernán Cortés al quemar las naves y con ello hacer desistir a sus hombres de cualquier intento de regreso o claudicación).

Tras haber establecido el campamento “Framheim” en la Bahía de las Ballenas, buscó el momento propicio para lanzar su ofensiva al interior del continente, lo cual ocurrió hasta octubre de 1911. Cinco hombres en fila enfrentaron duras ventiscas con equipos que en nada se parecen a la tecnología de exploración actual. A ellos se les debe también el descubrimiento del Glaciar Axel Helberg, que lleva este nombre en honor a un empresario noruego que les ayudó a financiar numerosas expediciones polares. Este glaciar también le sirvió para llegar al centro sudpolar.

Campamento “Framheim”.

Una pieza clave del éxito es la información y las habilidades. Amundsen se enteró que Inglaterra también lanzaría su expedición antártica, por lo que partió cuatro días antes que los ingleses. Su habilidad en el uso de esquíes y trineos tirados por perros fue una ventaja notable que lo llevó a cumplir su objetivo el 14 de diciembre de 1911. Otra fórmula exitosa es la combinación de esfuerzos y talentos: su equipo estaba conformado por un entrenador canino, un diestro arponero, un atleta en esquíes y, por si acaso, un aduanero.

Un tercer factor que también puede llevar al triunfo es el riesgo. Ciertamente Amundsen optó por tomar la ruta más corta, pero también era la más peligrosa. El resultado: la conquista de la Antártida.

El equipo británico Terra Nova, con Robert Scott de pie en el centro (18 de enero de 1912

Se cuenta que 34 días después de su hazaña, el equipo de Robert Falcon Scott, al mando de la expedición Terra nova, pudo llegar al mismo punto, pero sólo para constatar que su rival ya había estado antes que él. Desmoralizado, el militar inglés emprendió el retorno al campamento base, sólo para morir con su equipo congelado y, sobre todo, desilusionado.

Esta tragedia ensombreció la proeza de Amundsen. Sin embargo, en Inglaterra los diarios Dayle Chonicle, Illustrated London News y Manchester Guardian, que financiaron a Amundsen, declararon que la valentía del noruego eliminó cualquier resentimiento contra él. También se dice que el periódico Young England exaltó la labor realizada por los “bravos noruegos”.

Los trineos tirados por perros fueron esenciales en la carrera por la exploración de la Antártida.

A más de un siglo de esta hazaña, la importancia de la Antártida es todavía más grande que antes, pues es el principal regulador climático del mundo. De sus estudios han surgido la tecnología marítima rompehielos, la observación espacial, la creación de aparatos de precisión climática, telecomunicaciones en zonas de accesos difíciles, etcétera.

Sólo para que lo sepan: Científicos y geólogos consideran a la Antártida no sólo como el reducto de agua más grande del mundo, sino un receptor de material extraterrestre que podría ayudar a comprender el origen de la vida en nuestro planeta y el universo. De esta idea surgió el guión para la película “The Thing” (La Cosa) dirigida por John Carpenter (1982) y de la nueva versión realizada por Matthijs van Heijningen Jr. (2011). En 1956, Estados Unidos estableció su base en el subpolo y para evitarse rivalidades con las reivindicaciones históricas, decidió bautizarla con el nombre de los dos expedicionarios Amundsen-Scott.