Biopolítica, Rockefeller, Gate y Soros

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Hoy en día hablamos de pandemia, pues es un hecho cierto y objetivo que esta crisis esta fríamente calculada. Vamos a ver, ya hace muchos años un gran cientista social como Michel Foucault desarrolló un conjunto de distintas historias conceptuales de la noción de biopolítica. En aquel momento, el pensador inscribía esta materia en el marco de la sociedad capitalista para la cual, lo que importa, ante todo, es lo biológico, lo somático, lo corporal».

Ya entonces advertía el rol estratégico de la medicina y analizaba en términos de biohistoria la incidencia de su intervención sobre la especie humana. Nos planteaba que el marco social dominante del futuro seria determinado por la biopolítica y que ésta a su vez sería determinante en la evolución humana y un desafío ad portas.

Hoy el concepto de biopolítica esta incuestionablemente relacionado con muchas organizaciones y personalidades. Nombres como el de John D. Rockefeller, Bill Gates y George Soros algo o mucho tienen que ver con ello; las acciones de beneficencia y ayuda de sus fundaciones en diversos ámbitos, desde el humanitario, tecnológico, salud y empresarial, siempre están ligadas a sus personas e intereses globales, pero ciertamente esto parece ser solo la parte bonita de estos megapoderosos amos del mundo (como los califica la escritora española Cristina Martín Jiménez en sus ensayos sobre la élite global).

El estudio de la biopolítica como incidencia del poder sobre la vida es cada vez más relevante. Un tema tan antiguo y tan novedoso a la vez, adquiere importancia mientras las estructuras de control y dominación sobre los seres humanos se vuelven más opresivas. La actual pandemia, objetivamente, es un claro ejemplo de aquello. Con el concepto de la biopolítica se pensaba que abría la discusión de las ciencias sociales y humanas a campos nuevos e inéditos en la investigación académica donde la relación poder, dominación y seguridad biológica adquirían gran preocupación y notoriedad.

Naturalmente es una constante que, para que la economía capitalista funcione, no basta con instituir la propiedad privada, la división del trabajo y la organización social del mismo, son necesarias todo un conjunto de tecnologías para hacer efectiva esas condiciones; es necesaria la selección y clasificación de las aptitudes y capacidades de la población, donde deben destacar los fuertes sobre los débiles.

El biopoder

“No se trata de un poder que se ejerce de modo jerárquico o vertical, se trata, por el contrario, de producir permanentemente determinados modos de vida apoyados en mecanismos que se deslizan hasta lo más íntimo de nuestra subjetividad, operando sobre nuestros cuerpos, nuestros pensamientos, nuestras conductas y nuestros afectos”, nos dice Ester Jordana Lluch, autora de Michel Foucault. Biopolítica i governamentalitat.

El uso del biopoder como herramienta de control sutil de la población toma en la actualidad una dimensión que devuelve a Foucault a la actualidad. Sus tesis, menos alarmistas y dadas a las teorías conspirativas, aumentan de valor, mientas otras voces denuncian los sistemas de control de las instituciones sociales (Naomi Klein, Susan George, Noam Chomsky y todos los imitadores habidos y por haber), nos hablan de algo que pasa allá afuera en las esferas, la banca, los laboratorios, el poder….

Pese a permitir el teletrabajo, Internet no sólo ha acelerado el intercambio de información. El movimiento de mercancías y personas en la actualidad. Unido al rastreo de datos (trazabilidad para las mercancías, servicios de conveniencia a cambio de vigilancia para las personas), nos sitúa ante un momento histórico delicado en el que muchos gobiernos tratarán de justificar el espionaje masivo a cambio de la promesa de seguridad, ello, objetivamente lo estamos viendo y viviendo, no es un guion de película, es nuestra realidad actual. Misma que fue construida en la articulación de una élite muy poderosa y mundial.

En esta lógica hay dos nombres o marcas a estas alturas, personalidades de un poder gigante y desde el anuncio de la epidemia de Covid 19 han adquirido gran atención, mientras nosotros dejamos los trabajos y permanecemos en casa por temor al contagio. George Soros y Bill Gates se confinan para ultimar los planes para instaurar la gran dictadura mundial de la mano de los llamados Amos del Mundo y los selectos miembros del Club Bilderberg; muchas publicaciones nos hablan de ello y más allá de conspiración veamos realidades.

Los señores del poder

Que tienen que ver estos señores con lo expuesto; a saber: John D. Rockefeller sabía que, para ganarse la adoración del público, tenía que aparecer para darles lo que querían: dinero y financiar con ello sus intereses estratégicos y apostar por las relaciones públicas. Dedicó hasta su muerte cientos de millones de dólares de su vasta fortuna del monopolio petrolero al establecimiento de instituciones que, según él, eran para el bien público: La Junta de Educación General,  El Instituto Rockefeller de Investigación Médica y claro La Fundación Rockefeller y también su poder, hacen parte de los presupuestos y acciones del Foro Económico Mundial y la OMS, entre muchas decenas de organismos.

Del mismo modo, Bill Gates ha pasado gran parte de las últimas dos décadas transformándose de un magnate del software en un benefactor de la humanidad a través de su propia Fundación Bill y Melinda Gates. De hecho, Gates ha superado el legado de Rockefeller con la Fundación Bill y Melinda Gates; la transformación de Gates ha sido ayudada por una campaña de relaciones públicas bien financiada. Atrás quedaron los trucos teatrales de los pioneros de relaciones públicas para hacer ver santo al mismo ángel malo. En suma, Gates ha guiado su imagen pública a la de un santón moderno a través de una táctica aún más simple: comprar buena publicidad.

Otro actor de esta élite muy conocido entre el gran público por anticipar la crisis financiera que se llevó por delante a la economía global hace poco más de una década, es George Soros, quien se ha convertido en nuestros días en una especie de muñeco de goma, pues Soros recibe golpes desde todos los lugares del espectro político, quizás con la excepción del establishment del partido demócrata norteamericano que tanto dinero ha recibido de sus manos y su fundación madre la Open Society Foundations.

No es menor mencionar la gigante campaña de relaciones públicas que este señor hace y cómo su accionar va desde financiar golpes de estado en África, financiamiento a campañas de control de la natalidad, esterilización de comunidades pobres -vías vacunas supuestamente humanitarias- y, claro, la defensa de la sociedad abierta en lo moral, además del férreo defensor del movimiento LGTBI y grupos ecologistas radicales, entre muchos otros.

Todas estas actividades las comparte desde su lugar de privilegio y la permanente visión especuladora en sus negocios con ínfulas de filósofo, cuyo pasatiempo preferido es jugar a ser Dios empleando para ello una fortuna que supera el PIB de muchos países.

Estamos ante uno de esos casos en los que el personaje ha engullido al individuo, cuya figura se ha caricaturizado hasta límites insospechados. Se le califica de hombre amoral y sociópata que sólo busca lucrarse con la desdicha ajena, a pesar de que destina miles de millones de dólares a organizaciones no gubernamentales encargadas –al menos sobre el papel– de ayudar a países totalitarios a caminar hacia la democracia según Soros.

Volvamos a la Fundación Bill y Melinda Gates, esta organización gasta decenas de millones de dólares por año en asociaciones de medios, patrocinando la cobertura de sus áreas de programa en todos los ámbitos.

Gates financia el sitio web de desarrollo global de The Guardian. Gates financia la cobertura de salud global de NPR. Gates financia el sitio web Our World in Data que rastrea las últimas estadísticas e investigaciones sobre la pandemia de coronavirus. Gates patrocina la cobertura de la BBC de los problemas mundiales de salud y desarrollo, tanto a través de su organización BBC Media Action como de la propia BBC. Gates paga la cobertura mundial de salud en ABC News, que hoy nos habla de vacunación obligatoria ante el Covid 19 y la positiva utilización de chips se seguimiento sanitario.

Sólo hace unos días, Roger Stone, ex asesor del presidente de EE.UU., Donald Trump, sugirió que Bill Gates, creó el virus para promover “vacunas obligatorias y la implantación de microchips en las personas”. Stone, consultor político, sugirió que el multimillonario «y otros globalistas» están utilizando el virus para promover «vacunas obligatorias y la implantación de microchips en las personas, para que sepamos si han sido sometidas a pruebas», recoge el New York Post.

Después del estado oficial, la pandemia global, es claro que el siguiente paso por recomendación de la OMS o de países individuales, es “forzar la vacunación”, bajo vigilancia policial y / o militar. Los que se nieguen pueden ser penalizados (multas y / o cárcel, y vacunados por la fuerza de todos modos).

Si de hecho va a ocurrir la vacunación forzada, otra bonanza para Big Pharma y otros laboratorios, el temor bien fundado es que la gente realmente no sabe qué tipo de cóctel se aplicará a la vacuna. Tal vez sea un asesino lento que actúa solo en unos pocos años o una enfermedad que afecta solo a la próxima generación, o un agente debilitante del cerebro, o un gen que hace que las mujeres sean infértiles; todo parece hoy posible, pues el poder global tiene un plan y una agenda, siempre con el objetivo de un control total de la población y la reducción de la población.

Los globalistas

Por su parte, la llamada Agenda 21 una iniciativa a todas luces globalista, es una realidad en evolución. Los teóricos sostienen que la Agenda 21, una resolución no vinculante de 23 años de la ONU que sugiere formas para que los gobiernos y las ONG promuevan el desarrollo sostenible, es la pieza clave en un complot para subyugar a la humanidad bajo un régimen eco-totalitario. Uno de sus críticos más francos, el presidente del American Policy Center, Tom DeWeese, describió la resolución como «un nuevo tipo de tiranía que, si no se detiene, seguramente nos llevará a una nueva Edad Oscura de dolor y miseria aún desconocida para la humanidad”.

Sabemos que las agendas globalistas están bajo el mandato de las élites empresariales cuyos intereses son debidamente atendidos por el FMI, el Banco Mundial y la OMC, y que por medio de sus diversas fundaciones e instituciones de beneficencia dibujan una cara bonita de sus acciones bien justificadas, pero que esconden fines y objetivos que solo ellos conocen.

La pregunta final de este artículo es sí el fin justifica los medios, si los poderes del dinero global están detrás de esta pandemia y por último quienes ganan, en suma, Foucault nos dibujó una relación respecto de comprender quién pagará el pato una vez más: la desinformación se volverá a centrar en contra edl discurso del otro, la verdad oficial y dominante y la postverdad.

Lo inquietante no es la instrumentalización de los sentimientos más deleznables de una parte considerable de la sociedad, sino que este viejo truco funciona una vez y otra también, el miedo provocado, el miedo a la verdad y simplemente el miedo.

“Uno cree las cosas porque ha sido acondicionado para creerlas.”.
Aldous Huxley

*El autor es presidente de Fundación Global Africa Latina, director de la Universidad Unilogos para América Latina, colaborador de Udabol, UPCL, columnista y conferencista.
Foto portada: Imagen de David Mark en Pixabay